Podemos resumir lo que sentimos en 5 emociones básicas:
- El miedo
- La tristeza
- La alegría
- La rabia, ira, enojo (arrogancia, prepotencia)
- La ternura, dulzura
Reconocerlas, vivirlas, sentirlas, dejar que te atreviesen, sin conceptualizarlas desde la razón, es la manera de permitirte ser.
La emoción no se estudia por conceptos, se aprende por inmersión, según la predisposición a sentirla o reprimirla. Cuando una emoción perdura en el tiempo determinará nuestro estado de ánimo.
Las emociones podrán estar en defecto, exceso o equilibrio. El equilibrio de cada emoción siempre te llevará a la integridad de lo que eres.
Las emociones las aprendemos en la niñez y las podemos desaprender. Podemos, de forma consciente, observarlas, permitirlas para equilibrarlas y así descubrirnos, conocernos y reconocernos. Son reveladoras.
Sin emoción no actúo, me paralizo o sobreactúo, escenifico quién quiero mostrar y no soy para ocultarme, en la búsqueda de lo que tanto anhelo: aceptación, amor. Observar la emoción, sentir de dónde viene, dónde la siento físicamente, permitirla con honestidad te dejará verte y aceptarte. Lo de afuera vendrá después.
Cada emoción, en defecto o en exceso unida a lo que perdure en el tiempo, tendrá su reflejo físico, emocional. Le llamamos pérdida de salud, síntomas. Solo cuando están alineadas contigo, con tu verdadero yo, en equilibrio, integradas, se reflejan física y emocionalmente como salud.
Cada pensamiento nos genera un sentimiento, una emoción, una decisión, una actuación, una expresión y todo ello va conformando nuestras vidas.
Según nos vamos nutriendo así serán nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras vidas. Si el alimento es nuestra fuente de energía que nos nutre o intoxica, ¿cuánta relación crees que hay entre tu alimento y tus emociones? ¿Puede la forma de alimentarte cambiar tu vida? ¿Puede tu alimento cambiar tu sentir? Te invito a dar respuesta a todas estas preguntas ofreciéndote mi guía como Health Coach.