¿Tienes prisa? ¡Párate! (I)

¿Alguna vez te ha pasado estar con prisa?

Llegas a un sitio y algo te hace frenar en seco, parar: el semáforo en rojo, un accidente, un atasco o dos coches parados con sus conductores charlando tranquilamente (ellos no tienen prisa, lo cual te enoja demasiado).

¿Prefieres escuchar el artículo a través de mí?

Y tu pensamiento insistente, con fuerza te dice corre, no llegas, produciéndote calor, rabia, agitación, aceleración del corazón, sudor  y entonces, decides explotar contra todo aquel que te para (los culpables) para expulsar todos los calificativos insultantes de tu repertorio, unos dichos, otros contenidos, sientes hasta que te hierve la sangre. La frustración, impotencia, nerviosismo y la cadena de malestares continua y aumenta según el volumen, intensidad y duración que le das a la PRISA. Así como, cuánto tiempo la perpetúas a lo largo de tu vida.

Durante mucho tiempo se ha dado valor positivo a la prisa, al ir rápido, hacer mucho en poco tiempo,  aunque eso nos cueste la salud, el amor y el dinero. Nos quejamos de la prisa pero desde un falso buenismo, realmente estamos en la prisa porque lo valoramos como bueno, porque creemos que eso nos hará ser mejores. Más es mejor.

Durante años, casi toda mi vida laboral la viví desde la PRISA, la escasez de tiempo, la falta de tiempo.

Daba igual la velocidad, el multitasking, ser mujer orquesta, efectividad y productividad, correr y correr más.

Y no era suficiente, ¿te suena?

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A todo este cóctel lo llaman estrés.

Esa prisa que te lleva al estrés, a vivir desde la impaciencia, intranquilidad, con nerviosismo, con rabia, lo expandes y lo quieres aplicar a todos y a todo. Corre, corre. Hacer mucho y en poco tiempo, corre, para levantarte, para tu aseo, para comer, para estar con tu familia, para comprar, para dormir, para amar, para todo, por mucho que corres es insuficiente.

Más prisa, más estrés, más ansiedad, más tienes que hacer y menos tiempo.

Hasta que te PARAS, o te paran o la vida te para.

Hubo antes, muchos intentos, señales de la vida mostrándome, diciéndome ¡Para! Pero seguí sin escucharlas, atenderlas, ni entenderlas.

En nuestro sistema de creencias sociales, culturales, educativos, fomentamos, aplaudimos: MÁS es MEJOR. Entonces asumo como cierto dicho valor y me lo creo, sin cuestionamiento.

Cuánto más hago en menos tiempo más me valoran, más valgo, más merezco, más reconocimiento pero aún es insuficiente. Quiero más y más. ¿te suena?

Cuando la vida te para y te da miles de oportunidades para verlo,

En el modo prisa, también conocido como el modo automático, no te enteras, no te das cuenta de nada, lo importante es correr, ¿para qué?. Llegar al fin del día: acostarse, dormir rápido y poco y empezar el día corriendo otra vez. ¡Yuju!

Cuando la vida te para y te da miles de oportunidades para verlo, hasta que llega un instante, un clic, que es el tuyo, en el que PARAS, primero físicamente. Esta primera frenada física llega a resultar dolorosa.

El pararse físicamente, te permite conducirte a sentir, sí, aunque sea sentir el dolor. Si te dejas sentirlo, verás toda la información que trae para ti.

Cuando te paras físicamente empiezas a escuchar a tu cuerpo, él ya lleva tiempo hablando pero con tanto corre corre ni te enteras.

Tu cuerpo responde con síntomas, accidentes. A través de tu tensión, corazón, digestivo, sistema inmunológico, etc. ¿qué te está diciendo?

Escuchar al cuerpo es sentirlo. Sentirlo sin rechazar, aceptando todo lo que estás sintiendo. Entonces, le irás dando a tu cuerpo lo que te ha estado pidiendo.

Al pararte tu cuerpo entra en modo reparación, destina su energía a reparar y tú experimentas, sientes un conjunto de síntomas que llaman enfermedad.

Y ahora, pregúntate ¿qué harás diferente una vez que tu cuerpo repare y los síntomas remitan?

¿Volverás a correr otra vez?

Probablemente, sí.

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El ciclo se repite una y otra vez. Hasta que realmente paramos para atendernos y darnos cuenta para decidir un cambio.

Unos empiezan introduciendo más y más tareas, que generan más estrés, prisa y dicen: ¡no me funciona! Voy a yoga, como cinco veces al día, hago ejercicio, aprendo idiomas.

Realmente, ¿has escuchado bien al cuerpo? Si te dice Para, ¿qué anhela?

¿Se trata sólo de cambiar el tipo de tareas, actividades, rutinas o  se trata de simplificar?

Prueba a simplificar tu vida porque así lo es, simple pero nos hemos encargado de hacerla acelerada, compleja. Ese afán de llenar nuestros vacíos emocionales y llenarnos con más tareas, prisas, no pararnos ni a vernos, ni a sentirnos, ni a estar con nosotros mismos.

Demandando que otros nos aguanten cuando no nos paramos a atendernos.  Y eso, nos lleva a sentirnos estresados, enojados, agotados y a medicalizarlo todo.

Si estoy muy alterado, si estoy muy apagado, si estoy triste, si estoy sintiendo emociones humanas, habrá alguna sustancia que me lo quite, sin ni siquiera pararme a sentirlo,  a escuchar para qué está ahí y qué me dice, para poder darme cuenta y cambiarlo.

Situando la causa en el exterior o en un algo ajeno como si no fuera con nosotros.

Todo está en Ti. Tienes el poder absoluto sobre Ti, cuando descubres quien eres.

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Mientras sigas en ese corre corre, no lo podrás ver.

Si tienes PRISA, PÁRATE.

Un abrazo, mi otro yo.

P.D.:Gracias por leer este post. Te entrego este regalo aquí para que conozcas a Sara, te sorprenderá lo mucho que tenéis en común. Y así, podrás recibir semillas como ésta y más.

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