En el modo prisa, también conocido como el modo automático, no te enteras, no te das cuenta de nada, lo importante es correr, ¿para qué?. Llegar al fin del día: acostarse, dormir rápido y poco y empezar el día corriendo otra vez. ¡Yuju!
Cuando la vida te para y te da miles de oportunidades para verlo, hasta que llega un instante, un clic, que es el tuyo, en el que PARAS, primero físicamente. Esta primera frenada física llega a resultar dolorosa.
El pararse físicamente, te permite conducirte a sentir, sí, aunque sea sentir el dolor. Si te dejas sentirlo, verás toda la información que trae para ti.
Cuando te paras físicamente empiezas a escuchar a tu cuerpo, él ya lleva tiempo hablando pero con tanto corre corre ni te enteras.
Tu cuerpo responde con síntomas, accidentes. A través de tu tensión, corazón, digestivo, sistema inmunológico, etc. ¿qué te está diciendo?
Escuchar al cuerpo es sentirlo. Sentirlo sin rechazar, aceptando todo lo que estás sintiendo. Entonces, le irás dando a tu cuerpo lo que te ha estado pidiendo.
Al pararte tu cuerpo entra en modo reparación, destina su energía a reparar y tú experimentas, sientes un conjunto de síntomas que llaman enfermedad.
Y ahora, pregúntate ¿qué harás diferente una vez que tu cuerpo repare y los síntomas remitan?
¿Volverás a correr otra vez?
Probablemente, sí.