En las sesiones con mis “Saras”, cuando empezamos a hablar de algún nuevo alimento, a veces surge que era el momento de hablar de su familia, de su trabajo, de su hijo, de su futuro, de su misión, es decir, esa es su principal preocupación, donde está su atención y su foco en ese momento.
Así de sencillo: en el programa se atiende a lo que a las personas les nutre en primera instancia.
Cuando estas áreas de vida están en equilibrio, nutridas, la comida es secundaria.
Relaciones saludables, actividad física regular y moderada, oficio, actividad o carrera en la que sentirse realizado, una práctica espiritual que pueda calmar y atender a nuestro Ser y satisfacer el hambre de vida.
Tenemos hambre de jugar, de diversión, de tocar, de romances, de intimidad y amor, de logros y éxitos, de arte y música, de ilusión y aventuras, de liderar. Todos ellos son elementos esenciales para nutrirnos.
Como seres humanos nutrimos nuestro cuerpo, mente, emociones (alma) y ser (consciencia, espíritu).
En cada instante de nuestras vidas elegimos a través de nuestras áreas de vida: relaciones, carrera profesional, ejercicio físico, espiritualidad a quién nutrimos: a la mente, al cuerpo, a una emoción o al espíritu.
Cada área de vida está ahí como medio de experimentación y a través de la observación, con valentía y honestidad podrás darte cuenta a quién nutres.
Si es la mente, de qué tipo, cantidad y calidad son tus pensamientos: queja, tener razón, juicios, frustración, envidia, empatía, servicio, tolerancia, acción.
Qué emoción predomina en ti, ira, rabia, rencor, tristeza, alegría, calma, qué pensamientos llevan asociados.
Observa si te alimentas de miedo o amor, paz o intranquilidad y estrés.