Cuando nos alimentamos estamos nutriendo diversas partes de nuestro ser:
- Cuerpo físico: te habla, ¡escúchalo!
- Pensamientos (mente): obsérvalos.
- Emociones (alma): las emociones están ahí para ser sentidas, dejar de resistirte y entregarte a ellas (tristeza, alegría, ira, enojo, paz, calma, ternura, dulzura, sensualidad, miedo…). Las emociones nos revelan mucho de nuestro interior.
- Conciencia (esencia, espíritu): darse cuenta, reconocer e integrar. Ver el todo en todo, en el instante presente. Pidámonos perdón a nosotros mismos, sintamos la gratitud (sentirla te expande, te llena), cultivemos el amor propio (el amor verdadero e incondicional, que no tiene nada que ver con la vanidad, el egoísmo o la arrogancia), practiquemos la empatía y la compasión.
Nutriéndonos de forma consciente, estaremos dando paso a la transformación que deseamos. Esta se producirá desde:
- La responsabilidad. Pasar de Paciente a “Haciente” (como dice Karmelo Bizkarra), no delegar tu vida ni tu salud.
- La observación. Sin crítica, sin juicio.
- La decisión. Elegir si actuar o no actuar, la no acción también es una acción.
- El sentir. Sin resistirse, las emociones están ahí para ser sentidas.
- La comunicación. Comunicar a través de la palabra, el gesto, la música, la escritura, la cocina,…
- La integración de los opuestos complementarios.
Conseguir que la dualidad se haga uno y empezar a sentir que todo está en todo y que todos estamos en todo. Abrir la posibilidad de que existen otras formas de ver, otras perspectivas, nos ayudará a solucionar conflictos (internos y externos) y a realizar ese cambio o transformación que buscamos. Así pasaremos de la desvalorización al amor propio, del autosabotaje al autoaprendizaje, etc.
Este es un momento muy especial para nutrirse conscientemente. ¿Cómo? Bebiendo más agua, consumiendo más verduras y frutas, haciendo más ejercicio, teniendo más sexo sano, practicando más meditación y oración, eliminando refinados, apostando por alimentos con más nutrientes y menos calorías, reduciendo procesados, tomando menos alcohol, menos tabaco, menos azúcar, menos comida chatarra, menos café…
Podemos empezar creando un fondo de despensa básico, al que iremos añadiendo poco a poco más opciones, y ser más creativos en nuestros platos. Es necesario reducir la cantidad de lo que comemos y también la velocidad a la que lo hacemos, optando en su lugar por la calidad, y fomentar la cocina en casa. También debemos comer alimentos de diversas formas y colores (morado, rojo, naranja, amarillo, verde, blanco…), ayunar con consciencia (si te apetece) y no hacer dieta (no hemos nacido para eso).
Nutrirnos bien es cuidarnos. La nutrición es la madre, energía materna, sea quien sea que la represente para ti. Esta energía está en cada ser humano, y muy en especial en la mujer. Ahí encontramos gran cantidad de revelaciones internas nunca vistas, sentidas o expresadas a través del alimento. Es por ello que debemos honrar y agradecer al alimento: el cómo llegó a hasta nuestra boca, cuánta energía de todos y todo hay en cada bocado.
En la primera parte de este post, fuimos de la conciencia al alimento y en esta parte hemos ido del alimento a la conciencia. Todo gira, todo es un ciclo.
Amaos, sed honestos, estad presentes. Seréis felices.